martes, 11 de diciembre de 2012

Entre Apariencias y Leyes




       Hola a todos, hace mucho que no me pasaba por acá, desgraciadamente me falta tiempo para hacer todo lo que desearía. Les traigo una historia corta, esperó les guste, yo disfrute mucho escribiéndola.  Es parte de mi antología homoerótica publicada en Amazon. 
       No olviden dejar sus comentarios, todo autor se nutre con sus opiniones.


           




 —¡Maldita rubia teñida! —murmuró con rabia Elías al sentir el ruido proveniente de la oficina de su jefe. Entre los ruidos y golpeteos de piel con piel que venían de allá, lo tenían empalmado— No sé como un hombre tan inteligente se deja embaucar por esa cualquiera —dejó salir un suspiro apesadumbrado, ya que daría lo que fuera por ser al que su jefe estuviese follando.

Elías llevaba cinco años trabajando con Maxwell Ferral, abogado reconocido y muy cotizado, proveniente de una reconocida familia. El hombre tenía solo treinta y cinco años y era rico, sofisticado y endemoniadamente atractivo. Lo que hacía que le llovieran las mujeres, desde que Elías empezó a trabajar con él abogado, al primer año perdió la cuenta de las mujeres que desfilaron por esta oficina buscando algo más que la asesoría de su jefe.

Desde el momento que Elías conoció a su jefe quedó irremediablemente enamorado, lo que lo llevó a tener una existencia muy solitaria, ya que prácticamente vivía para poder trabajar para Maxwell, siempre tratando de hacer más de lo que le correspondía para agradar al hombre. Elías no se hacía ilusiones ya que su jefe era hetero, pero era demasiado masoquista, no quería alejarse –¿Cómo le dices a tu corazón que deje de sentir?– suspiró derrotado ya que viendo a lo largo de los años los gustos de su jefe en mujeres, desde el cabello rubio, delgadas, atléticas, ojos claros, él era la versión masculina de sus preferencias.

—Lástima que no le gusten los chicos —dijo en voz baja.

El muchacho se sobresaltó saliendo bruscamente de sus pensamientos al escuchar una fuerte discusión proveniente de la oficina de Maxwell, de pronto la puerta se abrió y salió la rubia casi desnuda insultando a su jefe. Elías se sintió horrible, ya que se suponía que no debería estar ahí, sino almorzando. El chico casi salió fuera de su piel cuando sintió quebrar algunas cosas de vidrio de su jefe y gritar a todo pulmón a la mujer:

—¡Puta! No te quiero ver nunca más cerca de mí —El joven se encogió al ver esta nueva faceta de su jefe. Vio a la mujer a medio vestirse mirarlo enojada al verlo presenciando la pelea.

—¿Qué haces ahí, cabrón? —la joven insultó a Elías, que se encontraba tras su escritorio.

—Lárgate antes que llame a seguridad —Maxwell salió desnudo de su oficina, la tomó de un brazo y la sacó a la fuerza dejándola en el pasillo antes de cerrar con fuerza la puerta en sus narices.

—¡Esto me lo pagaras Maxwell! —gritó la mujer a través de la puerta.

Maxwell apoyó su espalda contra la madera y recién ahí se dio cuenta que Elías estaba sentado en su escritorio viéndolo ruborizado hasta las orejas y con la boca abierta de la impresión, hizo una mueca al ver la reacción del muchacho.

—¿Llevas mucho tiempo ahí, Elías? —indagó con los ojos entrecerrados, frunciendo el ceño al ver que el muchacho se ponía aún más rojo y no lograba articular palabra.

—Yo… yo… he… —El cerebro de Elías había hecho cortocircuito al ver al hombre de sus sueños como Dios lo trajo al mundo, no se dio cuenta que se había formado una tremenda erección en su bragueta, el pantalón de vestir que llevaba no hacía nada por ocultar su estado.

—Yo te había dicho que te fueras a almorzar y no volvieras hasta las tres de la tarde —dijo malhumorado el hombre—. Bueno, ya que estas ahí ve a ordenar mi oficina mientras me doy un baño.

—Sí, señor, de inmediato… —el joven se levantó rápidamente y se dirigió a la oficina de su jefe, bajo la atenta mirada de éste, al que no se le pasó por alto la rabiosa erección que el muchacho ostentaba.

Maxwell frunció el seño al ver que su cuerpo reaccionó al ver la erección de Elías, observó al joven ordenar su oficina, se dio cuenta que estaba aún sonrojado y evitaba mirarlo. Él sabía que Elías era gay, por cosas que había observado atentamente a lo largo de los años, el chico le gustaba, era honesto, fiel, dedicado, ingenuo y muuuy falto de experiencia, estaba seguro de que a

pesar de tener veinticinco años, era virgen. Él había probado con chicos en la universidad, pero ninguno le causó mayor impresión. Y ahora estaba ahí, observando cada movimiento de su secretario.

Hizo una mueca y decidió probar algo, pero primero entró al baño y se aseó rápidamente para salir desnudo y acercarse por detrás a Elías, lo apretó firmemente contra su cuerpo y tomó la erección de éste en su mano derecha, con la otra lo afirmó. El joven pegó un brinco y jadeó asustado.

—Me parece que alguien está muy caliente —susurró contra el oído izquierdo del joven, lamió el lóbulo de su oreja al sentir el estremecimiento de Elías, sentía que el chico lo deseaba, quedó claro cuando no trató de detenerlo, ni objetó que lo tocara tan íntimamente— ¿Qué paso que desobedeciste mis órdenes, bebé? Se supone que es tu horario de almuerzo.

—Yo… disculpe señor Ferral… no tenía dinero, así que regresé a la oficina —respondió asustado, sentía su corazón galopando a mil por hora.

—¿Tan mal sueldo te pago que no te alcanza para el almuerzo? —susurró su pregunta suavemente sobre el oído del chico.

—No, es que le presté a una amiga y me quedé solo con el dinero para irme a casa.

—Ay Elías, siempre tan generoso… ¿serás igual de generoso conmigo? —preguntó sugestivamente rozando su erección contra los glúteos de su secretario— Sabes lo que quiero —Maxwell no esperó respuesta y empezó a desabotonar el pantalón del muchacho, dejando que cayeran en un montón sobre sus tobillos, introdujo su mano por la pretina de los bóxer y gimió audiblemente al sentir la piel totalmente suave y libre de vello alrededor del pene del joven —eres toda una caja de sorpresas, jovencito.

—Me gusta así —respondió sin aliento.

—¿Quién te esta follando? —sintió al muchacho ponerse rígido, por lo que lo volteó y lo hizo mirarlo a los ojos, levantándole el rostro, acción que hizo que el muchacho se pusiera más rojo.

—No… yo… no he… no lo hago —logró decir entre susurros.

—¿Te ha tenido alguien antes, Elías? —el muchacho lo miró con sus lindos ojos azules cuajados de lagrimas y negó con la cabeza, esta acción llegó al corazón de Max, ya que estaba acostumbrado a mujeres voraces, decididas y sexualmente promiscuas, el sentir que Elías era virgen y tímido, hizo que se sintiera sobreprotector, él conocía perfectamente al joven, aunque éste no lo supiera, siempre había estado al pendiente de él. Elías le había demostrado su lealtad de muchas formas— Tranquilo bebé, no te haré daño, lo prometo.

Tomó el rostro del joven entre sus manos, lo miró intensamente por unos segundos antes de inclinarse y besar suavemente sus labios sonrosados y apetitosos, fue un beso delicado, con el fin de explorar, conocer.

Elías suspiró, no podía creer que su sueño se estaba haciendo realidad después de tantos años de amar en silencio a Maxwell, lo asombraba lo delicado y cuidadoso que estaba actuando con él, del tiempo que lo conocía no recordaba haberlo visto actuar cariñosamente con nadie, excepto con él, pero creía que ese trato se lo había ganado porque era un buen empleado, que se adelantaba a las necesidades de su jefe. Se deleitó al sentir que el hombre mayor introducía la lengua en su boca, le encantó su sabor, la fricción y la invasión. El joven se dejó llevar, levantó sus brazos y rodeó el cuello de su jefe con estos. Gimió encantado cuando sintió que Maxwell lo abrazaba y levantaba contra su cuerpo desnudo, haciendo que ambas erecciones se friccionarán juntas, se excitaran. Maxwell lo llevó hasta el sofá y lo ayudó a tenderse antes de subir sobre su cuerpo.

Maxwell se sentía excitado como nunca, era algo nuevo para él, el querer dar placer a otra persona, siempre había sido un poco egoísta y se preocupaba por su propia satisfacción personal. Pero al sentir gemir tan tímidamente al muchacho su corazón se sintió tranquilo por primera vez en su vida adulta, dejó de besar a Elías y lo miró a los ojos.

—Eres una linda caja de sorpresas, sabes que después de esto nada volverá a ser igual —vio que el muchacho lo mal interpretó, al ver como sus ojos se llenaron de lagrimas—, hey, chiquito…

—¿Quieres que me vaya? —preguntó triste.

—No quise decir eso —besó la frente del joven y acarició su cabello antes de sonreír— después de esto quiero poder tomarte cuando quiera, me gustas mucho, Elías. ¿Qué dices?

—Mmmm… me gustaría mucho —respondió el joven sonrojándose hasta las orejas. Max sonrió al verlo.

—Es agradable tener a alguien que se sonroja, me gustaría proteger esa inocencia tuya tan linda —Maxwell acarició a conciencia el cuerpo del chico antes de soltarlo. Suspiró, esperaba no arrepentirse por la decisión que acababa de tomar en su mente—, arriba bebé.

—Pero… ¿ya no me deseas? —preguntó agobiado el muchacho.

—Por supuesto que sí, pero he tomado una decisión, quiero más de ti que solo sexo. Así que arriba, no quiero que tu primera vez sea en esta oficina, deseo que sea especial —lo ayudó a levantarse, lo atrajo hacia su cuerpo y lo abrazó—. Pronto… muy pronto ambos disfrutaremos el uno del otro.

—Me gustaría mucho —susurro Elías muy emocionado.

—Me alegro, porque he hecho planes para nosotros, quiero que te vayas antes a tu casa, te pasaré a buscar a las ocho de la noche, iremos a cenar juntos.

—Ohhh… eso me encantará —dijo muy emocionado, su cara irradiaba felicidad.

—Bien, ahora cubre ese lindo trasero, me tienes caliente —esto lo dijo palmeando suavemente un glúteo del chico.

El joven se vistió rápidamente, su expresión era alegre, Max lo vio dirigirse sonriendo a la puerta.

—Elías… —el muchacho lo miró con una interrogante escrita en su expresión— ven acá —esperó a que estuviese junto a él para inclinarse y besar suavemente sus labios—, estoy impaciente porque llegue la noche. Ve a casa ahora, duerme una siesta, no quiero que te duermas en la cena.

—Gracias lo haré, de todos modos no tenías ningún cliente programado para hoy —dijo con buen humor, antes de salir de la oficina.

Maxwell vio alejarse al muchacho, sonrió al ver lo tranparente que eran cada una de las emociones del joven, le gustaba eso de él, era un cambio refrescante después de tanta mujer fría y calculadora. Sabía que muchas de esas mujeres solo lo veían como un trofeo, no les importaba el hombre. Con Elías sentía que era todo lo contrario, lo que hacía sentir un calorcillo especial en su pecho. Hacía mucho que el muchacho venía invadiendo sus pensamientos en momentos realmente engorrosos y otros no tanto, como el otro día en el supermercado cuando vio una caja de bombones de licor, la cual había comprado en un momento de arrebato al recordar cuanto le gustaban a Elías, aún la tenía en el cajón de su escritorio sin decidirse a dársela. Sonrió al pensar que ésta sería la ocasión ideal para regalársela. Se vistió rápidamente y decidió irse a su casa, no sería malo para él descansar un poco y aprovechar que tenía todas sus citas de trabajo canceladas.

Una vez en su casa fue directamente a baño donde se aseó prolijamente, cuando terminó se dirigió al dormitorio y se tendió desnudo sobre la cama, tal vez sería bueno dormir unos cuantos minutos, no quería estar desgastado para Elías, al pensar en el muchacho sonrió, planeaba dormirse muy tarde esta noche y terminar más que desgastado si todo salía bien con el muchacho. Recordó muchos enfrentamientos con sus padres, pero ya estaba cansado de darles siempre el gusto, era hora que viviera su propia vida y si eso incluía una pareja del mismo sexo, bienvenido sea, había quedado más que cabreado con todas las féminas que había conocido, sabía que era culpa de él, ya que

ellas no lo satisfacían, pero por las apariencias, se vio obligado a tener siempre una de ellas colgada de su brazo, sabía que las había buscado del lado equivocado, todas mujeres frívolas y muy zorras, no quería que ninguna de ellas tocara ni de cerca su corazón, ya que desde hacía cinco años él sabía cuál era la persona indicada, solo no había tenido la suficiente valentía para arriesgarse y enfrentar a su familia.

El saber que Elías estaba tras su escritorio mientras él se follaba a Marcia, lo hizo decidirse, en los ojos del muchacho vio tantas cosas en ese momento, dolor, asco, decepción y por qué no decirlo: anhelo, tal vez de ser el que estuviese en sus brazos. No, no podía seguir con esto, ya no era aceptable seguir teniendo a su pequeño hombre en espera y solo dándole pequeños indicios para que no perdiese el interés, el muchacho ya había madurado, ya no era en niño que entró a trabajar en su oficina con solo 20 años. Se había convertido en un hermoso hombre frente a sus ojos, un hombre que esperaba conservar, que valoraba y quería. Sabía que también Elías lo quería, se lo decían sus ojos cada vez que lo miraba, sus acciones, siempre había estado pendiente a lo largo de los años hasta del más mínimo detalle para agradarlo. Todas estas cosas lo habían llenado y tenían su corazón tranquilo, pero ya no podía dar más largas al asunto, su hombre también tenía necesidades y él iba a ser quien lo iba satisfacer, no esperaría que otro en un descuido se lo arrebatara por ser un imbécil. Se durmió en unos minutos con estos pensamientos en mente, con su cuerpo y alma alivianados.

Elías era un manojo de nervios, tanto era así que llamó a su amiga a pedirle consejo, marcó y esperó que respondiera.

—Hola Caro, ¿Cómo estás? —preguntó ansioso.

—Antes que sigas, dime que sucedió. Tu voz se oye extraña.

—Tengo una cita, no sé que ponerme. La verdad es que soy un desastre, mi mente no funciona en este momento, es una idiotez nunca antes me había pasado —dijo el joven preocupado.

—¿Quién es el afortunado? Porque para tenerte en ese estado debe ser alguien especial, ¿lo conozco?

—Sí, lo conoces. Es… Maxwell… —se sacó el teléfono del oído y lo miró espantado haciendo una mueca ya que su amiga pegó un grito que casi le rompe el tímpano. Sonrió al oírla cantar una canción pegajosa— veo que te gustó la información.

—Júrame que es verdad, el hombre es uuuaaauuu… un adonis. Pero si yo nunca lo he visto con hombres, ¿cómo es eso?

—No lo sé, ni quiero saberlo. La verdad es que voy aprovechar la oportunidad que se me está dando y disfrutarlo, ya me preocuparé de los problemas después. Imagínate estaré con el hombre que amo.

—Pues me alegro mucho, ya estaba bueno, si ya veía que en cualquier momento languidecías esperando por tu adonis.

—No es solo eso Caro, él me gusta en su totalidad. Lo he amado por años y hasta la más ridículas de sus manías me enternecen —su voz sonó añorante.

—¿Tiene muchas? —pregunto con diversión Carolina.

—Unas cuantas… pero no te las diré. Ahora dime que hago, mi cerebro se fue de paseo desde que me dijo que vendría por mí.

—¿De cuánto tiempo dispones?

—Dos horas.

—Bien escucha, primero que nada llenarás esa bañera maravillosa que tienes y cuando esté al tope le regarás las sales que te regalé, después te meterás dentro por media hora, para que te relajes, no sería bueno que vayas a tu cita estresado. Tenemos que tomar en cuenta como seguramente terminará, por lo que mientras más tranquilo estés, mejor. Ay amigo, solo espero que Maxwell lo haga memorable para ti, no quiero que tu primera vez sea dolorosa.

—Mmm… ya te contaré que tal me fue después, mira que solo de pensarlo ahora me da pavor, hoy lo vi desnudo y te digo que su pene es enorme, no creo que quepa en mi —dijo con miedo, eso lo había estado inquietando hasta ahora.

—Relájate amigo, eso no sucederá. Si te das cuenta que no se da el tiempo de prepararte, dile que requieres de unos minutos para estar listo, recuerda los videos que vimos juntos para que aprendieras.

—Una cosa es verlo y otra hacerlo, me da vergüenza —murmuró sonrojado.

—No te preocupes, Maxwell no es un niño, y tiene un montón de experiencia. Ahora sigamos con la preparación, recuerdo que tienes un traje precioso sin estrenar, eso estará bien, no creo que tu hombre te lleve a comer hamburguesas —dijo lo último sonriendo divertida— ponte la camisa color marengo y la corbata nueva que compramos en nuestra última excursión a las tiendas, ¡diablos en momentos como éste odio que seas gay, quedarás tan apetecible que te querría para mí!

—¡Que cosas dices! Sería incestuoso, tú eres como mi hermanita —dijo horrorizado Elías.

—Solo bromeo tontito, yo también te quiero como un hermano. Bien, ahora sigamos… la ropa ya está definida, el resto lo combinas, no te pases con el perfume es desagradable si te pones demasiado, usa solo aftershave, al traje le rocías un poco de tu perfume y… ¡recuerda llevar condones en el bolsillo!

—¡Diablos Caro, solo falta que me digas como hacer una mamada! —se quejó Elías rodando los ojos avergonzado.

—Estoy segura que para eso no me necesitas a mí, ya tendrás a Maxwell deseoso de enseñarte. Ya dejemos esto hasta aquí o te retrasarás.

—Bien, gracias amiga, me sirvió hablar contigo —dijo el joven mucho más relajado.

—Recuerda, quiero detalles en nuestra próxima conversación.

—Eso nunca, déjalo a la imaginación —respondió divertido.

—Eres malo.

—Chao preciosa, nos vemos en el trabajo.

—Un beso, suerte y pásalo muy bien.

—Eso tenlo por seguro —ambos jóvenes colgaron su llamada con una sonrisa alegre en sus labios.

Elías siguió al pie de la letra todas las indicaciones de su amiga, revisó que todo estuviese cerrado, ya que solo faltaban unos pocos minutos para que llegase Maxwell, tomó un vaso con agua y se sentó a esperarlo en el sofá. Se levantó ágilmente al sentir sonar el timbre de su departamento.

Abrió la puerta, frente a él estaba el hombre más caliente que había conocido, alto, elegante, musculoso, de piel bronceada, unos ojos verdes preciosos y cabello negro, todo envuelto impecablemente en un traje Armani. Por un momento quedo sin habla.

—¿Puedo pasar? —preguntó divertido Maxwell.

—Perdón… por supuesto. Pasa —dijo haciéndose a un lado de la entrada y dejándolo entrar, sintió la cara caliente por el sonrojo— Ohhh… —soltó sobresaltado ya que Maxwell lo había tomado, lo apoyó contra la pared de la entrada y lo besó apasionadamente, solo se separaron por la falta de aire. Elías se quedó mirando los labios de su cita embelesado.

—Estás como para comerte, bebé, no pude aguantar la tentación de besarte —mientras lo decía el hombre acarició los labios hinchados del muchacho—, mejor nos vamos, tengo reserva a las ocho y media —besó delicadamente los

labios del joven nuevamente y lo miró a los ojos—. Estás hermoso, quiero que llegue rápido el momento de sacarte de ese traje.

—Gracias, me alegro que te guste como me veo —su voz se escuchó en un susurro. Elías se sintió feliz.

—Vamos, se nos hace tarde —Maxwell guió al joven hasta la puerta y fueron hasta su auto tomados de la mano.

La cena transcurrió sin incidentes, fue maravillosa, Elías se sentía en una nube, nunca alguien había estado tan pendiente de él, hasta el más mínimo detalle, como los bombones que le había regalado nada más subirse al vehículo, ese detalle llenó su corazón de alegría, ya que se dio cuenta que no era tan indiferente al hombre frente a él, sabía cuales chocolates eran sus preferidos, lo que le indicaba que sabría muchas cosas más.

El restaurant donde lo llevó era elegante y muy acogedor, con iluminación tenue y música muy suave de fondo, lo que les permitió conversar amigablemente, por un momento Elías pensó que al salir juntos no tendrían temas de conversación y se producirían momentos de silencio. Afortunadamente se equivocó, Maxwell era un excelente anfitrión y tocaron muchos temas en común lo que hizo de su cena un momento demasiado agradable, solo quedaban esos nervios que no podía detener por la anticipación de lo vendría. Cuando terminaron Maxwell tomó su mano y se la llevó a los labios, no le importó que hubiese gente pendiente de ellos.

—Ya solo quiero tenerte para mí… ¿me dejaras hacerte el amor? —preguntó con una mirada intensa, cargada de deseo.

—Sí, yo también lo deseo —dijo sonrojándose el joven.

—Vamos, bebé —dijo levantándose de su silla y ayudándolo a levantarse, todo esto rodeados de murmullos que venían de las otras mesa y que ninguno puso atención, ya que estaban rodeados por su propia burbuja privada.

Una vez fuera del restaurant, salieron tomados de la mano y buscaron el vehículo, una vez dentro de este, Maxwell se acercó a Elías y lo besó en los labios suavemente.

—Gracias por esta cena maravillosa, hacia tanto tiempo o mejor dicho nunca había disfrutado tanto de una cita ¿te ha gustado? —quiso saber el Max.

—Sí, me gustó mucho, nunca nadie me había invitado a cenar. Esta es mi primera cita.

—Me hace feliz ser el primero —tomó la mano de Elías y lo miró seriamente a los ojos— Elías, quiero que esta salida sea más que solo eso, me gustaría tenerte más cerca ¿quieres ser mi pareja?

—Ohhh… yo… me encantaría, claro que quiero ser tu pareja ¿eso es como si fuésemos novios?

—Por supuesto que sí, solo seremos nosotros, se acabaron las citas con mujeres que mi madre me busque. Solo estarás tú en mi corazón, te daré tiempo para disfrutar esta etapa de citas y salidas, ya que sé que tú eso no lo has tenido, pero después de un tiempo quiero que vivamos juntos ¿te gustaría?

—Yo sería feliz de vivir contigo… yo… te amo Maxwell —dijo esto último es un susurro, bajando los ojos, ya que a pesar de su felicidad, eso aún le preocupaba.

—Mírame Elías —cuando el joven lo miró, tomó su rostro y dijo antes de besarlo—: Yo también te amo, desde hace mucho tiempo. Si antes no dije nada, es porque quería que maduraras, que vivieras un poco más. Y me alegro que tú me hayas amado tanto que te guardaras solo para mí.

—Yo… este… nunca quise a nadie más, solo tú —dijo sonrojado, pero muy feliz.

—Vamos a casa bebé, creo que si no lo hacemos saltaré sobre ti, y antes que nos demos cuenta seremos arrestados por actos impúdicos —dijo besando cariñosamente la frente de Elías.

Maxwell puso en funcionamiento el vehículo y los llevó tranquilamente hasta su casa, ubicada es una zona exclusiva y residencial, las viviendas eran hermosas con grandes jardines. Se detuvo frente a una de ellas y guardó su vehículo en el garaje. Una vez estacionado salió del auto y abrió la puerta del joven, lo tomó de la mano y lo llevó directo hasta su habitación, lo hizo sentar en la cama mientras él encendía pequeñas velas blancas ubicadas en forma estratégica por toda la habitación.

Elías estaba alucinado, no cabía de felicidad por todos los detalles tan lindos que estaba teniendo Maxwell, lo vio acercarse y casi brincó cuando lo hizo ponerse de pie, le ayudó a sacarse la chaqueta de su traje y la dejó colgada en una silla, sacó su corbata, desabotonó su camisa y a medida que iba revelando su piel acalorada, lo iba besando y chupando, cuando llegó a su pantalón ya estaba totalmente erecto, lo que hizo que jadeara cuando bajó la cremallera, lo sentó y le sacó los zapatos y los calcetines antes de bajarle el pantalón y el bóxer juntos. Lo ayudó a tenderse sobre la cama sin dejar de besarlo o acariciarlo.

—Bebé, eres tan hermoso —Maxwell se enderezó y se desnudó rápidamente sin dejar de mirar un segundo la visión tan perfecta que tenia frente a él, una vez desnudo se acercó al joven y se acomodó sobre él, haciéndole abrir las piernas, ubicándose. Esta vez el beso que siguió los hizo jadear, ya que el toque de piel con piel y la fricción de ambas erecciones los tenía al borde, pero Maxwell no se apresuró, quería que todo fuera perfecto para Elías, aunque el deseo lo estuviese matando, sacó fuerza de voluntad y amó tiernamente el cuerpo su pareja, arrancándole suspiros, gemidos y ruegos, los que llenaron su alma de más amor por su amante.

Cuando por fin estuvo dentro del cuerpo tan perfecto de su bebé, fue la sensación más maravillosa que había sentido, haciéndole ver que al fin había encontrado su hogar, el amor, dejando atrás los años de autoengaño e insatisfacción. Elías le rogaba que lo embistiera más intensamente y él le dio todo lo que hizo feliz a su hombre y más. Por muchos minutos se escuchó en la habitación jadeos, el ruido producido por el golpe de piel contra piel y el rechinar del colchón. Cuando acabaron colapsaron juntos abrazados, sin aliento, y con el retumbar de ambos corazones agitados. Maxwell abrazó y besó a Elías sin salirse de él, susurrándoles palabras de amor en su oído.

—Te amo Maxwell, eso fue maravilloso, gracias…

—También fue maravilloso para mi, cariño —respondió emocionado por primera vez en su vida. El saber que el hombre en sus brazos lo amaba por lo que era y no por lo que representaba, que Elías se entregara tan libremente a él a pesar de nunca haber sido tocado antes, lo llenó de orgullo y humildad, ya que sabía la valentía que tuvo que tener para confiar tan ciegamente en él, sabiendo que no lo lastimaría—. Te amo.

  

Fin

jueves, 26 de julio de 2012

Dulce Tentación

Hola para todos, la verdad es que hace mucho que no publicaba nada, por lo que hoy he querido hacerles un regalo, espero lo disfruten tanto como lo he hecho yo al crearlo.     
Esta historia la hice para MR, en 2011.



 Dulce Tentación

(Homoerótico)

 Era un día muy caluroso y Mark Spencer se encontraba junto a la laguna natural que se formaba en sus tierras, un lugar precioso que atesoraba por la paz que le traía cada vez que venía, el lugar era todo verdor y el agua cristalina, y con cuarenta grados de calor el agua llamaba a un baño. Hasta hacía poco había estado encerrado en su despacho revisando la lista de suministros que requerirían sus trabajadores para reparar las vallas de la zona norte de su propiedad. Su rancho era su orgullo, ya que había pasado de generación en generación durante más de quinientos años. Hasta él por supuesto, ya que era gay y no tenía planes de casarse solo por tener un hijo.
 Últimamente se había sentido realmente solo, nunca se había atrevido a vivir con otro hombre en su rancho, cuando sentía la necesidad de un cuerpo caliente, se iba por unos días a una ciudad que tuviese todo lo que un hombre gay necesitara. No se le hacía difícil encontrar hombres ya que era bastante atractivo, con un tono de piel bronceada, cabello negro, ojos azules y con una estatura de un metro noventa. Pero acá en su tierra era otra cosa, tenía que guardar las apariencias para no perder el respeto de sus trabajadores.
—Uff… este calor esta agobiante. —se acercó bajo la sombra de un árbol, se quitó la camisa junto con su sombrero y se recostó apoyado en el tronco del árbol. El silencio lo adormeció, durante unos minutos. Por lo que despertó sobresaltado cuando sintió un fuerte chapoteo proveniente del agua, se sentó y despejo su mente antes de ver qué lo había sobresaltado.
 En el lago había alguien bañándose, desde donde estaba no podía ver quién era, por lo que se levantó un poco molesto por la interrupción, todos los trabajadores sabían que a ese lugar solo tenía acceso la familia. A la persona en el agua no la conocía, estaba de espaldas a él , por lo que no veía si era hombre o mujer, la piel le llamó la atención ya que la tenía blanquísima, cosa muy extraña por esos lares y cuando se tiró a nadar pudo ver un precioso culo.
Por lo que guardó silencio y observó detenidamente su cuerpo mientras esta persona se bañaba. Sonrió y soltó un suspiro de satisfacción ya que el invasor era un hombre, un hombre divino. Éste estaba flotando sobre su espalda por lo que pudo ver claramente su pene y retuvo la respiración cuando se dio cuenta que estaba depilado, no tenía ni un pelo alrededor de su miembro, lo que trajo a su mente imágenes calientes.
El hombre, mejor dicho "el chico", ya que no representaba más de veinte era lindo, de rasgos delicados, cabello rubio, delgado y mucho más bajo que él. Se empezó a sentir incómodo ya que tenía una erección durísima, que pedía alivio a gritos. Sonrió al ver que el chico se deleitaba con el agua, totalmente ajeno a que había alguien observándolo. Decidió arriesgarse, soltó su cinturón, se agachó para sacarse las botas antes de quitarse el pantalón, a este le siguió el bóxer y los calcetines. Una vez desnudo trato de entrar en el agua lo más en silencio posible. Donde estaba el chico no era tan profundo, por lo que llegó junto a este.
—No sabía que el lago era mágico —le susurro al chico con voz profunda.
Éste al sentir la voz se asustó y empezó a hundirse y tragar agua, por lo que Mark lo tomó junto a su cuerpo, le costó un minuto al chico dejar de toser y mirarlo asustado.
—¿Te sientes bien? —mientras le preguntaba esto, sus manos recorrieron la espalda de éste hasta llegar a su glúteo, el cual agarró firmemente. El chico soltó un  respingo, lo que lo hizo quedar más pegado a él, sus penes tocándose.
El joven lo miró con la boca abierta al sentir su erección, no quería que hubiesen dudas en el chico con respecto a su intención por lo que se restregó contra su ingle, lo que hizo que el joven gimiera y se ruborizara. Por un momento Mark creyó que estaba cometiendo un error, pero al sentir como él se ponía duro, sonrió y se inclinó sobre su oído.
—¿Dónde te escondías que no te había visto antes? ¿O eres la ninfa varón de este lago? —al escucharlo el chico sonrió suave y se pegó más a él.
—¿No será al revés? Usted está… —se detuvo de golpe y se sonrojo.
—Hey, dime… no hay de qué avergonzarse. Te siento muy bien contra mi cuerpo, eres precioso. Y tus ojos son los más lindos que he visto nunca, ¿De qué color son?
—Violetas… iba a decir que usted está caliente... —se sonrojó más al sentir que el hombre soltó una carcajada.
—Pues yo diría que tú me tienes caliente.
—Oh… ¿en serio? —coqueteó el chico.
—¿Tienes alguna duda? —Mark restregó su erección contra el pene del joven.
 Se inclinó y tomó la boca de él por asalto, éste lo acepto gustoso, por lo que en menos de dos minutos ambos estaban muy excitados, Mark levantó al chico y lo hizo colocar sus piernas por sus caderas, por lo que acarició libremente esos dos globos perfectos, y con su dedo trató de invadir el agujero, éste no se alejó cuando lo penetró, por lo que continuó tocándolo íntimamente. El chico gemía de placer.
—Sigue, me encanta —le pidió al sentir que él retiraba los dedos.
—¿Estás seguro?
—Sí, lo estoy. Este lugar es mágico, hace que sienta bien lo que está sucediendo. Por favor sigue, nunca me había sentido así antes.
—¿Cómo así? —susurró, lamiendo el cuello del muchacho.
—Nunca me he sentido tan bien con alguien, contigo lo siento bien. ¿Entiendes? —preguntó indeciso.
—Sí, pequeño te entiendo, para mi es igual. ¿Me dejarás hacerte el amor?
—Ehhhh… ni siquiera sé cómo te llamas. —dijo el chico sonrojándose.
Mark sonrió y besó los labios del joven.
—Ya tendremos mucho tiempo para conocernos, no te dejaré ir de mi lado, no ahora que te he encontrado.
—¿Por qué me quieres junto a ti? Apenas me conoces —dijo el muchacho extrañado.
—Dime algo… ¿te gusto?
—Sí, me gustas mucho.
—Eso es todo lo que necesitaba saber.
Tomó firmemente al chico en sus brazos y lo llevó hasta la orilla del agua, lo tendió sobre el pasto, junto a la ropa de ambos. Se tendió cubriendo todo el cuerpo del chico con el suyo teniendo cuidado de no aplastarlo, tomó su rostro y besó sus labios. Lentamente éste se relajó y abrió la boca, por lo que él introdujo su lengua, y tocó sensualmente la del joven. Con sus manos tocó el pecho del muchacho, y al sentirlo gemir de deseo, soltó sus labios y se inclinó para besar su pezón, éste al sentir su boca jadeó y sujetó firmemente su cabeza sobre su tetilla, antes de guiarlo hacia la otra.
—¿Te gusta, bebé? —su voz se escuchó entre jadeos y sonidos de succión.
—Ohhh… sí… me encanta, sigue… —El chico se retorcía de deseo entre sus brazos, por lo que Mark buscó entre sus nalgas hasta encontrar su premio, se llevó los dedos a su boca y los mojo con su saliva, se arrodilló entre las piernas del muchacho para verlo mientras introducía sus dedos en su agujero, era caliente ver como sus dedos eran absorbidos avariciosamente por el chico—. Me tienes caliente…
—¿Quieres mi pene aquí? —preguntó, moviendo los dedos en el interior del joven, éste retuvo el aliento cuando tocó algo dentro de él.
—¡Sí! por favor, hazlo ya… te deseo…—se movía libremente tratando de buscar más placer.
—Hey, bebé… tranquilo o me correré. Mira que con solo mirarte me tienes caliente.
—Hazlo…
Mark vio que el chico estaba preparado, por lo que tomó su pantalón y buscó su cartera, dentro había un condón. El chico observaba cada uno de sus movimientos.
—¿Me dejas ponértelo? —Mark le tendió el paquetito, lo vio llevárselo a la boca y romperlo con sus dientes, sacó cuidadosamente el preservativo y se acercó a Mark, éste jadeo cuando el chico tomo su erección y la chupó antes de colocar la protección— Tienes un sabor muy rico…
—Hey, bebé… ven aquí ya no aguanto más.
Atrajo al chico a sus brazos y lo besó. Con sus manos recorrió cada centímetro de su cuerpo, cuando sintió que este jadeaba, lo recostó y busco su agujero, tomó su propia erección con la mano y la guió hasta donde el joven deseaba. Se introdujo lentamente, el muchacho decía incoherencias por la excitación. Una vez que estuvo totalmente dentro de él se detuvo para no correrse, ya que el placer que estaba sintiendo al sentirse apretado por los músculos internos del chico era realmente exquisito. Nunca se había sentido tan bien con otro hombre. Una vez que se calmo un poco, empezó a moverse lentamente al principio.
—Hazlo más fuerte, duro…
—Despacio bebé… puedo hacerte daño…
—No lo haces, ya me acostumbré a tu tamaño… vamos hombre sexi, jódeme.
—¿Hombre sexi? —Sonrió y besó al chico antes de envestirlo enérgicamente, lo sintió jadear. Mientras lo penetraba su cabeza se vació de todo pensamiento y se concentró en el placer que estaba sintiendo. Tomó las piernas del joven y las subió sobre sus hombros para llegar más profundamente dentro de éste. —Dios… no aguanto, voy a correrme ya. Tócate bebé, para que acabemos juntos.
El muchacho tomó su propia erección y empezó un movimiento de arriba y abajo con ésta. Luego de unos minutos, de su pene salieron chorros de semen que cubrieron su pecho, al verlo Mark se inclinó y pasó su lengua sobre las manchas de semen y luego besó al chico llevándole su propio sabor. Éste lo acepto gustoso. Mark se soltó del beso y agarró firmemente las caderas del joven antes de envestirlo duro.
Éste gemía y le rogaba que lo hiciera más fuerte. Sentía que ya no podía aguantar más, por lo que se dejó ir y se corrió como nunca antes lo hizo. Cuando terminaron ambos jadeaban en busca de aire con que llenar sus pulmones. Se salió suavemente del chico y se tendió junto a éste, atrayéndolo a su pecho.
—Gracias…
Mark lo miró extrañado.
—¿Por qué me das las gracias bebe? —preguntó besando la frente del chico.
—Nunca nadie se había preocupado de que yo sintiese placer.
—Pues has estado con gente muy egoísta entonces.
—Mmmm… sí… nunca esperé encontrar a alguien acá.
—Sabes… ahora que te tuve no dejaré que te alejes de mi lado.
—¿En serio me quieres junto a ti? —preguntó el chico esperanzado.
—¿Por qué no querría? Ya sé que eres caliente, te deseo… y quiero conocerte.
—Yo también quiero conocerte. Solo espero que no haya problemas con el patrón y sus empleados.
—¿A quién te refieres?
—Al señor Mark Spencer, no sé si me correrá si sabe que soy gay.
Se quedó asombrado al ver que el hombre moreno explotó en una sonora carcajada.
—No creo que haya problemas bebé. Es más, creo que te tendrá muy junto a él. —Al ver que le chico lo miraba confuso le dijo suavemente— Yo soy Mark Spencer— por un momento el chico se puso pálido y luego se sonrojó furiosamente.
—Oh dios, Tía Mery va a matarme. —dijo cómicamente el muchacho.
—¿Nany, ella es tu tía? —le preguntó sonriendo.
—Sí, ella es hermana de mi papá. Me invitó a venir acá cuando mi papá me echó de casa.
—¡Tu eres Dan! Yo ya sabía que venias… —sonrió recordando algo— esa mujer es maquiavélica, ella me dijo que me tenía un regalo que sería la horma de mi zapato.
—No entiendo…
—Creo que se refería a ti y no se equivocó. Me conoce muy bien, tal vez más que yo mismo. Ella era mi nana, desde los dos años. Así que bebé, te puedo decir, que ahora que se quién eres no te dejare ir nunca, te atesoraré junto a mí.
—Pero… si no sabes nada de mí…
—Se todo sobre ti, Nany siempre me hablaba de ti…
—No lo puedo creer… sabes, creo que tienes razón, ella planeó todo esto.
—¿Por qué lo dices? —preguntó sonriendo.
—Ella habló de la laguna, me dijo que me bañara, que por acá nunca anda nadie. Por lo que al ver la belleza de éste lugar, no lo dudé.
—Es una diabla —carcajeó Mark— yo le había dicho que venía para acá y sabe que me baño aquí desnudo.
—¿Tía Mery sabe que eres gay? —indagó curioso.
—Lo sabe, ella siempre me decía que tuviese paciencia que el día que menos esperaba encontraría sin tener que buscar a mi alma gemela. Y tenía razón, solo al verte junto a mi tuve un sentimiento extraño en mi pecho —Abrazó fuertemente al chico y besó tiernamente sobre su pelo ya seco debido al calor que hacía—. ¿Me darás el tiempo para conocerte y amarte?
Dan lo miró con los ojos llenos de lagrimas, y se abrazó más a su cuerpo. Se subió sobre él y pasó los brazos por su cuello.
—Yo estaré feliz de tenerte junto a mí, nunca espere encontrar a un hombre que me quisiera junto a él.
—Pues lo estarás, desde esta misma noche te quiero en mi cama, de donde nunca saldrás. Y al que no le guste, mala suerte para ellos, pueden tomar sus cosas e irse.
—¿En serió no te preocupa lo que digan?
—¿Por qué habría de importarme?, Yo soy el dueño de todo esto, yo tomo las decisiones, por lo que al que no le gusta puede irse.
—Creo que ya estoy enamorándome perdidamente de ti, nunca nadie hizo algo así por mí, gracias Mark.
—No me des las gracias, ambos nos tendremos, y ya me siento muy feliz de tenerte.
—¿Qué tan feliz? —preguntó Dan, con picardía.
—¿Ya quieres más?—sonrió al sentir la erección del chico sobre su estomago— …creo que alguien está pidiendo atención a gritos.
—¿Qué esperabas?, eres demasiado caliente, solo de sentirte junto a mi me pongo duro.
—Me alegro por que tú me produces lo mismo —dijo besando al chico, gimió de placer al sentir que Dan restregaba su erección contra la suya—, creo que éste verano tendremos muchas escapadas a la laguna.
—Oh… no solo a la laguna, vi que tenías un escritorio muy firme, mientras mi tía me mostraba tu casa.
—Y una bañera, un mesón, un sofá gigante, una cama, el suelo junto a la chimenea. Diablos, solo de pensarlo me pongo caliente.
—Pobrecito, ¿quieres que haga algo con esto? —preguntó, envolviendo firmemente la erección de Mark en su puño.
—Haz lo que quieras, soy todo tuyo —gimió y lo dejó hacer, disfrutó con los ojos cerrados todo lo que su pequeño hombre le hacía—. Creo que nunca me he sentido tan completo.
Dan sonrió y le guiño un ojo mientras chupaba su miembro palpitante.

FIN